Acercarnos a las olas a la boca
para beber del mar
fue necesario.
La sal quemó la lengua, la garganta
se nos cubrió del gusto de la arena,
la espuma, los sargazos.
La sed ha remitido con el tiempo.
Todo sabe salado.
Pero detrás del mar, detrás, la escena nos revela la elipsis
que surge desde el húmedo milagro:
todos los peces vienen, debajo de las aguas,
a beber de unos labios.
(José Manuel Díez)
Un saludo, katy.
lunes, 7 de mayo de 2007
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